abril 18, 2017
Una avalancha causada por el desbordamiento de dos ríos en la noche del pasado sábado 1 de abril, destruyó a más de la mitad de la pequeña ciudad de Mocoa al suroccidente de Colombia. Lluvias torrenciales que no se veían hace más de 25 años, propiciaron lo que sería la peor tragedia en la historia del Putumayo. Hasta el momento, las autoridades informan 321 fallecidos, 103 desaparecidos y más de 5 mil familias damnificadas.
Mientras tanto, este martes se reanudaron las actividades escolares en Mocoa, donde cerca de 11 mil niños volvieron a clase en las 53 instituciones educativas del municipio. También, se iniciarán las gestiones aéreas para transportar la tubería que restablecería el servicio de agua potable a la población. El servicio de energía eléctrica ya ha sido restaurado en el 90 por ciento de la ciudad, y el gobierno ha ofrecido ayudas económicas a los afectados para compensar las rentas mensuales de un lugar dónde puedan vivir.
El país entero y la comunidad internacional se han solidarizado con las víctimas de este desastre natural logrando recoger 1.300 toneladas de asistencia humanitaria que han beneficiado a más de 43 mil mocoanos. Departamentos como Risaralda, en el centro-oeste del país, adelantaron durante los días posteriores al desastre, brigadas para recolectar donaciones que serían llevadas hasta la zona.
El intendente de la Policía Nacional y director del programa de participación ciudadana, Anual Mosquera, resaltó la labor de la institución en estos momentos de necesidad. “La finalidad del grupo es trabajar con niños, jóvenes, con el adulto mayor y hacer actividades en pro de comunidades vulnerables, y que más comunidad vulnerable que nuestros hermanos los ciudadanos de Mocoa”, agregó Mosquera.
El Director Administrativo del despacho de la Gobernación de Risaralda, Pedro Camacho Duarte, explicó que en este departamento se logró mediante un estudio determinar la necesidad de construir unos muros de contención (jarillones) para evitar la entrada del agua a las calles y sectores poblados, disminuyendo el impacto de un posible desbordamiento. Por otro lado, recalcó que “aquí lo que se trata es de ayudar a salvar no solamente las vidas, sino también a mejorar las condiciones de quienes quedaron vivos y tienen que iniciar una lucha muy tenaz para volver a quedar por lo menos en la situación en la que estaban antes del suceso”.
Mocoa ha sido durante años la cara de una sociedad víctima de la guerra en Colombia. La tasa de desempleo constituye una de las más altas del país, y la mayoría de sus habitantes sobreviven en casas de barro, sin una estructura correcta y en una zona vulnerable. Desde el 2011, ésta región ha sido sacudida por el fenómeno de la Niña que cada día empeora más, y que ha causado la activación de alarmas en 385 municipios del país por el posible desbordamiento de ríos, lo que podrían tener consecuencias similares a lo sucedido en Mocoa.
A todo esto, se suma el factor humano, Camacho Duarte aseguró que uno de los grandes problemas que generó la catástrofe en Mocoa fue la “deforestación insaciable del hombre que sin prever situaciones como la que se vivieron, talaban grandes áreas de bosque”, lo que ocasionaría el desprendimiento del suelo. Finalmente, hizo un llamamiento para que se conserve la tierra y de esa manera se evite que las personas mueran bajo los efectos del manejo inadecuado de la misma.
Consecuentemente, en la opinión popular crece la percepción de que la tragedia pudo haberse evitado. Según el estudiante de Negocios Internacionales, Alejandro Sandoval, en una ciudad que está rodeada de tres ríos era ‘evidente’ que algo así podría suceder. Al preguntarle sobre qué planes creía él que podría implementar el gobierno para prevenir estos desastres expuso que “en Colombia todo funciona perfecto en el papel. O sea, ya eso está especificado como tienen que ser los factores, la prevención de esos desastres, lo que pasa es que no se aplica”.
Según datos del Instituto de Estudios Ambientales (IDEAM), cerca de 12 millones de colombianos se encuentran en constante peligro por la presencia de fuertes caudales, lo que genera un nerviosismo inminente en la población que no desea esperar a que ocurra una tragedia para que se tomen las medidas preventivas necesarias.
Comments